lunes, 12 de octubre de 2009

DIPSOMANIA O ALCOHOLISMO EPISODICO


Los especialistas consideran que hay dos tipos de dependencia al alcohol,[cita requerida] una psicológica, más relacionada con problemas afectivos y de relaciones personales que el adicto ha sufrido a lo largo de su vida, y otra física que se revela, entre otras cosas, porque en el momento en que la persona interrumpe la ingesta de alcohol se presenta el “síndrome de abstinencia”, caracterizado por temblores en dedos, lengua y extremidades, sudoración, taquicardia (aceleración del pulso), ansiedad, irritabilidad, náuseas, vómito, falta de apetito, insomnio e incluso alucinaciones visuales o auditivas (delirio).


Asimismo, cabe señalar que dentro de la dependencia física al alcohol se distinguen dos formas distintas de beber, una continua, en la que el enfermo necesita consumir a menudo o diariamente bebidas embriagantes, y otra episódica, llamada dipsomanía, en la que se alternan etapas de abstinencia relativamente prolongadas (el enfermo pueden durar una semana o más sin beber) con severas recaídas.


De acuerdo con la décima revisión a la Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados con la salud (CIE-10),[cita requerida] en su apartado dedicado a los trastornos ocasionados por el uso de drogas y sustancias psicoactivas, la dipsomanía se agrupa dentro de la categoría de padecimientos que generan síndrome de dependencia.
La dipsomanía difiere de una borrachera ocasional (intoxicación aguda) y del consumo perjudicial de alcohol (cuando hay consumo continuo de bebidas pero éste puede abandonarse) debido a que se presentan tres o más de los siguientes aspectos en un lapso de 12 meses:[cita requerida]
Deseo intenso o compulsión por consumir alcohol.


Disminución de la capacidad para controlar o interrumpir el consumo de bebidas embriagantes.


Presencia de síndrome de abstinencia durante los períodos en que se abandona la sustancia estimulante, mismo que genera nuevas recaídas.


Aumento progresivo en la cantidad o concentración de las bebidas para conseguir los mismos efectos que originalmente se producían con dosis más bajas (resistencia al alcohol).


Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del consumo de la sustancia.


Persistencia en el consumo de alcohol a pesar de las consecuencias perjudiciales que ocasiona física y mentalmente.


Diversos especialistas coinciden[cita requerida] en que mientras la persona que padece alcoholismo continuo o crónico, al estar intoxicada diariamente, actúa de manera "pasiva", es decir, desgasta sus relaciones sociales paulatinamente y expone a su organismo a daños severos generados por su manera de beber, el dipsómano, en contraparte, tiene comportamiento social que durante la abstinencia puede parecer normal, pero en los episodios de alcoholización se vuelve "explosivo", no controla su conducta y es violento, de modo que suele involucrarse en peleas y percances automovilísticos en los que peligra su vida.[3]

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